En plena celebración en el vestuario del Camp Nou, algunos jugadores comentaron que les gustaría jugar la final de Copa en el Camp Nou. Tiene morbo la cosa. "Este campo empieza a ser talismán y se nos da bien. No estaría mal jugar la final aquí".

No deja de ser un comentario más que hubo en los festejos y que deja claro lo bien que sentó la victoria. La fiesta que se vivió cuando el colegiado navarro Undiano Mallenco pitó el final del partido fue de las grandes. En el césped más moderada y ya dentro del vestuario más exaltada.

Bromas, risas, felicitaciones, gritos, abrazos... Se sucedían todo tipo de escenas que evidenciaban el orgullo de esta victoria. Mourinho también estuvo cariñoso con Sergio Ramos e Iker Casillas. A este último le propuso que fuera partícipe del triunfo.

Un buen detalle del técnico, que no olvida la mala suerte que tuvo con la lesión en Valencia, en la anterior eliminatoria de Copa, y lo decisivo que fue con sus paradas en el partido de vuelta en el Bernabéu contra el Celta. El entrenador también felicitó a Diego López por su actuación, que calificó de soberbia e intachable.

Hay un detalle significativo que refleja el impacto que tuvo la victoria del Real Madrid en el Camp Nou. Cuando los jugadores estaban en el vestuario, apurando la celebración y acabando de ducharse para salir con dirección al aeropuerto de El Prat, los Mossos d'Esquadra -la policía autonómica catalana- esperaban con impaciencia en la puerta para pedir a los jugadores que les regalaran las camisetas y los pantalones con los que habían logrado el 1-3.

El grupo encargado de escoltar y custodiar la seguridad de la plantilla madridista solicitó, como recuerdo u obsequio, esas prendas de unos futbolistas que acababan de lograr un resultado histórico. Al margen ya de la afinidad deportiva de cada uno, el grupo de policías mostró su admiración y dio sus felicitaciones a Mourinho y los héroes del Camp Nou.

La primera reacción de los extenuados protagonistas de esta gesta, tras darse la mano y algunos abrazos entre ellos y con el rival, en un gesto de pura deportividad, fue dirigirse en grupo al córner donde estaban los cerca de 500 aficionados madridistas que habían acudido al estadio. Sergio Ramos, Xabi Alonso y Cristiano Ronaldo tomaron la iniciativa para agradecer el aliento que llegaba desde lo más alto del graderío.

Fascinados con Cristiano 
Acto seguido, fueron entrando al vestuario en un estado de máxima euforia, protagonizando escenas que hacía mucho tiempo que no experimentaban y muy similares a las vividas en San Mamés cuando ganaron la Liga la temporada pasada en el campo del Athletic. Gritos y muchas más escenas habituales en estos casos. En toda la temporada habían sentido esta felicidad. Parecía olvidada.

Una de las escenas que más llamó la atención es que cuando entró Mourinho se sorprendieron por su tranquilidad y serenidad. En ese momento, los jugadores fueron, uno a uno, a dar la enhorabuena al entrenador. Varios le abrazaron en un gesto que hace pensar que este tipo de victorias valen para curar heridas.

Mourinho agradeció los gestos y tuvo bromas para Cristiano Ronaldo, al que Arbeloa ha bautizado como Cristianator. El portugués se emocionó con las felicitaciones. Se pueden imaginar lo que significa ya el luso para esta plantilla. Hace tiempo que se ganó el rol de figura. Ahora, con su nueva exhibición en el Camp Nou, se le mira con asombro y fascinación.