"Hemos sido peores en todo". Con esas cinco palabras definía Mourinho la debacle de su equipo en Dortmund. En el vestuario el técnico luso no hizo un solo reproche a sus jugadores. No hacía falta. Todos sabían que, sencillamente, no habían estado a la altura. En la sala de prensa, Mou se mordió la lengua. No señaló a nadie y sólo exculpó a Diego López del siniestro total de su equipo.

Sin embargo, Mourinho acabó el partido con un monumental enfado con cuatro de sus mejores futbolistas: Pepe, Alonso, Khedira y Özil. El técnico portugués considera que la actuación individual de cada uno de ellos estuvo muy por debajo de sus posibilidades y que el equipo entró en parálisis por los fallos en cadena de su columna vertebral.

Pepe tenía ante sí la reválida ideal para reivindicar su condición perdida de central titular del Real Madrid. Fracasó. Lewandowski le robó la cartera clamorosamente en dos de los cuatro goles del Borussia y le ganó la partida en todos los duelos individuales tanto en desmarques de ruptura como en el juego aéreo.

Un Pepe desconocido
Más allá de errores puntuales, lo que Mourinho reprocha a Pepe es su actitud contemplativa y laxa, muy lejos de la agresividad, de la intensidad y de la anticipación que hicieron del portugués uno de los mejores centrales del mundo. Pepe terminó el partido ante el Borussia sin cometer ni una sola falta, igual que Varane.

Mourinho había encargado a Alonso y Khedira el cometido de sujetar las contras de los tres mediapuntas del Dortmund -Reus, Götze y Kuba-, además de vigilar las incorporaciones al ataque de Gündogan y ayudar en las coberturas a los laterales Ramos y Coentrao. Incumplieron las tres misiones, por no hablar de que sus recuperaciones de balón -las ocho de Khedira y las seis de Xabi en todo el partido- estuvieron muy por debajo de su cifra habitual.

Reus se movió a sus anchas por la banda de Sergio Ramos, abandonado a su suerte por Özil, que nunca bajó en su ayuda, y Khedira, que llegaba tarde a todas las coberturas. Tampoco Xabi Alonso fue capaz de imponerse en las pelotas divididas que disputó con Bender, que sólo perdió tres balones en todo el encuentro.

Las pérdidas de Alonso
Con la pelota, Alonso estuvo extrañamente fallón, sobre todo en sus diagonales, que se perdían a varios metros de su destinatario. El mediocentro tolosarra cometió 10 pérdidas de balón y estuvo incluso impreciso en su mejor especialidad: los lanzamientos de balón parado.

Lo de Khedira fue incluso peor. El alemán entregó balones al contrario, como el que provocó el 1-0 del Borussia, y acabó el partido con 11 pérdidas no forzadas y sin arriesgar en ninguno de sus pases.

Mourinho sabía que para sacar algo positivo en Dortmund el Madrid dependía de la inspiración de Özil. La salida de Di María del once titular condenó al alemán a la banda derecha, donde el técnico le pidió sacrificio en defensa y le dio libertad de movimientos en ataque.

Özil pasó inadvertido con la pelota, a pesar de que dejó algunos destellos de genialidad, que fueron insuficientes para generar peligro. Lo peor para Mou, que se relajó en sus labores defensivas.

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